Lo vi en su tierna mirada. En su sonrisa franca. Qué confundidos estamos… ¡La felicidad es egoísta! Creemos que nuestro gozo depende de una alineación planetaria y a la vista está que no. Fíjense, si no, en la coincidencia entre la alineación planetaria y la reunión que a esa misma hora mantenían Donald Trump y Volodímir Zelenski.
Probablemente nuestra vida esté marcada por cuestiones que escapen al conocimiento humano, pero la felicidad es subjetiva. Pasa por el yo. O el mini yo…
La criatura estaba sentada. Con apenas un año, sus manos espachurraron el maíz inflado con la delicadeza propia de un brontosaurio. La cría de homo sapiens engullía vorazmente un bocado tan cuestionablemente nutritivo como sabroso. Al fin lo había logrado. Sus babas chorreaban ahora por el pechero azul. Misma superficie infecta a través de la cual sus lágrimas se habían deslizado minutos atrás. Los llantos de aquel ‘mediometro’ habían conducido a la exasperación familiar. Sus padres, ávidos lectores de La Crianza Feliz y otras ‘cientoypicomil’ bobadas editoriales del pelo, dieron finalmente su brazo a torcer y tender sobre aquella boca las ansiadas 22 kcal. Ahora la sonrisa lo delataba. El bebé estaba satisfecho. Había conseguido una pequeña victoria frente a la opresión del sistema y las siempre tensas relaciones de poder; paterno-filial, se sobreentiende.
«Todo el mundo aspira a la vida dichosa, pero nadie sabe en qué consiste» Tampoco Séneca cuando pronunció tales palabras. ¿Cuándo somos felices? O, mejor dicho, ¿cuándo soy feliz? Sí, la felicidad es subjetiva. Desde devorar un Aspito hasta ganar el bote del Euromillones… Son simples fuentes de alegría o recursos para procurarnos una vida sin problemas. ¿Y la felicidad?
Así que mientras esperamos la próxima alineación planetaria, recuerden que ésta no es tal: los planetas se acomodan de tal forma que, desde la Tierra, parecen formar una línea recta en el cielo. Porque en la vida y en la felicidad todo es cuestión de perspectiva.
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