Regaliz, bicarbonato de sodio, piña y propóleo, miel de mil flores y mil disculpas. Mis disculpas… porque ni miel, ni limón, ni 8/4. Frente a la afonía, todo remedio ha resultado infructuoso. He probado con todo el arsenal y éste es el máximo potencial que he conseguido arrancar a mis maltrechas cuerdas para entonar esta letanía por la radio. ¡Qué haríamos si no fuera por las abejas y la primavera recién estrenada que las trae de vuelta! «Si las abejas desaparecieran del planeta, a los humanos sólo nos quedarían 4 años de vida». Esta afirmación fue atribuida a Albert Einstein, aunque los verificadores de bulos apuntan que, en realidad, fue fruto de una imaginativa protesta de los apicultores belgas.
Dicen que lo importante es el contenido sobre la forma, aunque esta semana he comprobado que varias personas han reparado mucho más en la forma de la voz y muy poco en el fondo de la cuestión. ¿Qué fue antes la voz o la palabra? Si no hay voz, las palabras enmudecen; pero si no tenemos palabras que pronunciar, nuestra voz se reduciría al sonido. También he aprendido que lo mío no es una afonía, sino una disfonía. La primera es la ausencia de palabras, mientras que la disfonía es esto que usted se lleva al oído mientras soporta estoicamente este retal de voz.
Un 33% de la población mundial padecerá pérdida o alteración de la voz de forma transitoria, Datos de Sociedad de Rehabilitación Foniátrica. Vamos, uno de cada tres… Pocos me parecen, teniendo en cuenta los efectos del griterío colectivo al que se encamina nuestra sociedad. ¿Hay alguien a los mandos? ¿Hay un médico en la sala? ¿Hay algún foniatra al otro lado del transistor?

Otro estudio, este de la Universidad del País Vasco publicado en 2022, concluía que que existe una correlación entre factores emocionales en el origen, la evolución y las recaídas de los trastornos vocales de los profesores. Un 73,6 % de los casos presentaba un alto grado de ansiedad en el momento de desencadenarse el problema de voz.
Ahora que todo pasa por nuestros dispositivos móviles, conviene recordar el tono de voz de las personas con las que convivimos: resulta esclarecedor para saber cómo se sienten más allá de los emoticonos que teclean en sus pantallas. La voz contiene un sinfín de matices y las sigilosas pausas que dan ritmo a cada frase. La voz ronca sugiere algo novelesco en el periodismo: garganta profunda, un confidente, una fuente fiable, un espía…. Del tono depende incluso el misterio, la sensualidad o la convicción del hablante. Y su ausencia, una faena monumental para el locutor. Entiéndalo como una confidencia porque, al fin y al cabo, la voz nos sirve para confesar nuestro estado de ánimo y de salud. Y hablando de esta , me encomiendo a su letra inicial, la ‘ese’ de salud. Una letra que siempre nos invita a guardar reposo y silencio… Ssshhhh








