Primero fue la impresora. Luego el pitido del microondas. Un pequeño destello del router. La base del teléfono inalámbrico. Y después sí, se hizo la luz.
Si la inteligencia artificial tuviera que reescribir el antiguo testamento y el Génesis, bien podría comenzar con las líneas que preceden a éstas. Pues al principio fue la palabra, fue la radio en la penumbra, y en esta versión toda la creación se obró el lunes. Así resurgió nuestro mundo de las tinieblas que nos rodearon en una tarde de abril que se antoja muy lejana vista a la luz del amanecer de este primer domingo de mayo.
El sol vespertino ya estaba en el cielo despejado, azul y radiante. La noche acechaba y en la calle, bueno, en la calle la gente disfrutaba de las terrazas, de los bancos, de la cháchara sobrevenida y de la incertidumbre de encontrar solución tras el susto que el mediodía había deparado. Fallos en el transporte público, ascensores bloqueados y la incertidumbre propia de verse incomunicado o dependiendo de la electricidad incluso para sobrevivir.
El apocalipsis eléctrico se produjo a las 12:33 y la re-creación de esta nueva era fue por barrios incluso por pisos. Descubrimos que, frente al relato bíblico, técnicamente la luz no se puede hacer de golpe, sino que el creador tuvo que ir compensando oferta con demanda. Lectura de la carta a los eléctricas según Moncloa: recurriendo «primero a la interconexión y a centrales de ciclo combinado e hidroeléctricas». Ahí está el núcleo del debate nuclear que rodea, rodeará y lo que te rondaré hasta que se aclare lo de la oscuridad.

Toda la vida buscando una conciencia superior y, cuando damos con la inteligencia artificial, vamos y desenchufamos el invento, en lo que parece una blasfemia tecnológica contra la IA. Ya les digo también que, pasado el susto, le pregunté a la IA acerca del apagón y me confesó: «no tengo experiencias personales, pero puedo ayudarte a encontrar información sobre el apagón». Cuidado porque, como nuestros dignos dignatarios recurran a la IA para explicar su ausencia del lunes, pueden terminar por escacharrar el invento.

Por eso, mientras los cardenales se preparan a deliberar bajo la Creación de Adán, a la fresca de la Capilla Sixtina y bajo el fresco de Miguel Angel, otros concluimos que la creación no es que cómo nos la pintan. Que madre solo hay una, y hoy es su día; y que, a la luz de los hechos, por esclarecer, nunca el título de este programa de radio estuvo más en boca de todos. Que se haga la luz.








