Esto está que arde. Celebremos el solsticio de este verano eterno entre hogueras, deseos y humo que asciende a la atmósfera. Y suma y sigue, porque cada vez tenemos más días de verano, que no de vacaciones, claro.
Por días de verano se entiende aquellos en los que el termómetro rebasa los 25ºC. Y nos cuentan que en esa Euskadi tropical, que tantas sonrisas nos causaba, han aumentado cuatro días por década. El primer informe sobre el estado del clima en Euskadi revela que 2022 y 2023 ha tenido más de 75 días cálidos, superando en más de 20 jornadas a las registradas en 2020, que ya de por sí tenía el triste y asfixiante honor de ser el tercer año con más días cálidos.
Y qué decir de las olas de calor… Si en las últimas décadas del siglo pasado eran 4 días contados, los últimos años vamos a 9 olas de calor por temporada.
Así que agua, va…. Y agua viene, agua salada.
Porque está previsto que el nivel del mar suba 26 cm para el año 2050 y entre 51 y 100 cm para 2100. Esta es una amenaza importante teniendo en cuenta que aproximadamente el 60% de la población vasca vive en municipios costeros. Según los datos de Ihobe, se calcula que en 2100 podrían vivir en zonas inundables hasta 40.000 personas. Es el peor escenario posible, sí; pero prueben a consultar el visor Kostaegoki: no les dejará indiferentes. Cuando las barbas de tu vecino veas pelar pon las tuyas a remojar.
Al mal tiempo buena cara y al demasiado bueno, también. Nuestros mayores ya lo advertian. Les bastaba con divisar las laderas de los montes para alertarnos de la sequía o la lluvia a destiempo. El joven conoce las reglas, pero el viejo, las excepciones.
O como la paradoja de Francis Bacon
Sólo podemos dominar la naturaleza si la obedecemos.
Jon Bilbao 