Imbécil la hora (et labora)

Esto es otra cosa. Levantarse por la mañana y que la luz se intuya al otro lado del cristal es tan reconfortante como extraño en este huso horario donde usos y costumbres se alejan de lo que la ciencia aconseja para nuestra salud.

Los médicos sostienen que el cambio al horario de verano podría estar vinculado a un mayor riesgo de accidente cerebrovascular isquémico. Riesgo tan cierto como que más uno piense ahora «qué sabrán ellos«. Esa frase que aniquila la razón y roza el totalitarismo. Con lo bien que se nos da hablar por no callar en una terraza a altas horas del verano, a mí que no me vengan con… Fíjese, casi igual que a nuestros líderes. Representantes de la soberanía que opinan tras leer pormenorizadamente informes técnicos que les dan la razón o pormayorizadamente si no se ajustan a sus ideales o conveniencias. Y luego está la oportunidad y el grado de vacile ante el respetable.

Hablando de vacilar. Cuando éramos pequeños suele preceder a la nostalgia o la excusa por una trastada infantil. Pues bien, cuando éramos pequeños, solíamos vacilar a los mayores que portaban reloj. Se trataba de preguntar muy rápidamente la hora abreviando la frase. En lugar de «¿me dice la hora?«, el más atrevido del grupo inquiría «imbécil la hora». Muy rápido. A ver si colaba y no había que poner pies en polvorosa.

De aquellos polvos, estos lodos. «Imbécil la hora«. Curiosamente es la sensación que tengo esta semana cuando compruebo que los dirigentes políticos son capaces de agarrarse a un clavo ardiendo, o a una manecilla de reloj, con tal de argumentar u oponerse a su rival. Está visto que la serpiente de verano -esa noticia intrascendente que acapara portadas durante el estío y sería ignorada en otra época del año- digo que esa serpiente de verano, se extiende hasta que dan, matarile a su hora, y la matraca una vez más. Perdón por la parte que me toca.

Que no cunda el pánico. Nadie nos robará horas de luz. Sólo se cambiarán de nombre. Y recuerde que, pase lo que pase, si realmente lo que quiere es tener la sensación de que se va a la cama cuando todavía es de día, simplemente debe pedir que le adelanten la hora de entrada en su trabajo. Porque me temo que nadie nos dará más luz en invierno ni más vacaciones en verano . (h)Ora et labora, imbécil.

Palabras sueltas

Weblog sobre radio, comunicación e historias del día a día. Me defino como un radioyente metido a locutor, pues el periodismo siempre fue una excusa para acortar distancias.