Insomnios ajenos

Hay noches donde el sueño nos evita. Quien haya pasado esta noche en vela sabe bien de lo que hablo. No vale con tener la conciencia tranquila, sino que tu mente deje darle vueltas machaconamente a todo magnificando sensaciones hasta alterar tu ánimo. Y puedes respirar lo que quieras, desecar el grifo de madrugada o contar rebaños enteros. El insomnio me devolvió su rostro, su imagen en silencio, la calculada templanza… En medio de la noche, me asaltaba una pregunta. ¿Cómo conseguirá dormir Carlos Mazón? 

Cuando eres víctima del sentido de la responsabilidad, no aciertas a explicarte cómo otras personas gestionan su obstinación, la porfía, la terquedad, la arrogancia y el empecinamiento.  Noche tras noche hasta reencontrarte con quienes te señalan. Los problemas reales no admiten discusión, ni dobles u octavas versiones. «¿Cuándo he mentido yo?» No seré yo quien juzgue la verdad que encierran esa pregunta -retórica-, ni la reflexión de corazón, ni los hechos fácticos, puesto que no me corresponde.  

Me limito a expresar mi sorpresa, sincera, por la falta de conexión con lo más básico. Y la foto de esta semana ofrece una cara impertérrita frente a reproches, gritos e insultos. Pese a que el protocolo esté llamado a establecer buenas formas impostadas, jamás podrá sustituir ni reemplazar a la humanidad que debe presidir nuestros actos, más aún cuando te piden, te reiteran, te exigen -una y otra vez- que no acudas. Esto es,  asumir que no representas a quien dices rendir homenaje.   

¿Cómo descansar con semejante peso sobre tus espaldas? Y sin personificarlo… A esto daba vueltas mientras  daba vueltas rumiando mi propio desvelo. Recordando  la responsabilidad diluida también por otros que pide que pidan ayuda  en medio del drama.   

¿Cómo conciliar el sueño? 

229 vidas y una obstinación por el poder, en pleno funeral de Estado.  A Dios rogando…  

Palabras sueltas

Weblog sobre radio, comunicación e historias del día a día. Me defino como un radioyente metido a locutor, pues el periodismo siempre fue una excusa para acortar distancias.