De cenas

Cada día me cuesta más enfadarme con alguien. Con alguien que no sea familiar o de mi círculo íntimo. Sucede con frecuencia en el ámbito laboral. No hace muchos años, además de piropos machistas y blasfemia a granel, las oficinas estaban plagadas de faltas de respeto que ayudaban a saber con quién te jugabas los cuartos. Ahora so pretexto de generar entornos amables, la educación en valores y evitar un clima enrarecido nos afanamos en autoengañarnos para evitar cualquier conflicto que otros nos reprochen. Hipocresía… ¿hay alguien que recuerde el significado de esa palabra?  

En nuestros tiempos, en cambio, todo depende de la meritocracia emocional de cada cual. Porque todo depende de ti. De la concentración. De  tus hábitos deportivos. De la alimentación. De meditar. De conciliar mejor. De tener tiempo para ti. O de tu forma de ver el mundo. Y cuando tu forma de ver el mundo no se adecúa a la de la mayoría, o cambias, o te cambian, o te vas. Puerta. 

Digamos que no es negociable. Eso de ir con la verdad en la boca sienta mal. También guardarse la opinión si no se está de acuerdo con la mayoría. El silencio es peor visto que dar la razón como los locos. Tú di la verdad, que no pasa nada, que estamos en confianza… hasta que ésta se acabe sin previo aviso. Y así fue, queridos niños, cómo las sonrisas dominaron el mundo real, mientras WhatsApp se convertía en el detritus de tu oficina. El vertedero de odio a través de sucedidos malidicentes o GIFS de compañeros en situaciones cotidianas. Un ejercicio de cobardía sin precedentes en la historia, pues pasamos de la valentía propia de los duelos al sol, a la  sombra doliente que no conoce honra ni honor.  

Cuidado con las cenas de empresa, a veces indigestas. Otras veces puedes encontrar al compañero o compañera de tu vida, o de parte de ella. O de él. Está demostrado que pasar más de 200 horas junto a una persona aumenta la probabilidad de desarrollar atracción sexual o romántica, especialmente en profesiones de alto estrés como médicos, policías o bomberos». Lara Ferreiro, psicóloga experta en terapia de parejas . 

Otra opción es criticar a todo el mundo bajo el pretexto de llevar una tajada del 15. El lunes siempre queda lejos. Y todo será tan divertido.  

Agresiones, insultos, actitudes discriminatorias o excesos que dañen la imagen de la compañía se han considerado en más de una sentencia como motivos suficientes para un despido procedente.  

Si este domingo alguno de ustedes afronta una resaca de campeonato, no haga el esfuerzo de intentar recordar qué dijo a tal o cual compañero. Tan sólo vaya entrenando su sonrisa. Mañana todo volverá a ser igual: risas, bromas ligeras y mucho buen rollo… o no. Únicamente deberá preocuparse si su grupo de WhatsApp está excepcionalmente silencioso.

Palabras sueltas

Weblog sobre radio, comunicación e historias del día a día. Me defino como un radioyente metido a locutor, pues el periodismo siempre fue una excusa para acortar distancias.