Medios y (a)fines

Resulta estimulante coincidir en un foro con auténticos expertos en comunicación corporativa. Personas al frente de departamentos encargados de la difusión de valores e ideas. Arquitectos del relato y la forma de contar su historia. Responsables de cimentar la misión de empresas y ennoblecer toda actividad frente a las críticas; sean éstas justas en su denuncia, daños colaterales del mercado y la competencia, o fruto de los caprichos del destino y la coyuntura socioeconómica.

A partir de sus doctos pareceres, el que esto firma se forma uno propio. Me inclino por recordar que la comunicación corporativa entronca en la tradición de las ciencias sociales, alejadas de la exactitud de otras disciplinas que prometen soluciones replicables. Resulta obvio, aunque no tanto el papel de los comunicadores expertos en estas lides. Infiltrados en empresas donde los números priman, los expertos en comunicación se vanaglorian de una cuenta de resultados basada en la trasparencia, la honestidad y la empatía. Valores que no cotizan en bolsa, aunque les rente por sus beneficios no tangibles.

Cada maestrillo tiene su librillo y existe un prólogo comúnmente aceptado por los catedráticos en la materia. Concluyen quienes de esto saben que la bilateralidad es fundamental a la hora de plantear cualquier política de comunicación. Escuchar antes de hablar. Frente a los púlpitos mediáticos, las nuevas plataformas relegan los dogmas para propiciar un debate sin límites espacio-temporales.

Los responsables de comunicación asumen las nuevas reglas y las hacen suyas hasta el extremo de comprender que se puede tener razón, pero que de nada sirve ésta si los destinatarios no entienden el mensaje o la oportunidad del mismo. Moraleja: sólo los grandes espadachines saben cuándo envainar evitando la deshonra de morir en el vano intento de poner una pica mediática en Flandes.

Y advierten: nada de complacencia ni de colegueo entre informadores. La sociedad precisa medios de comunicación fuertes, críticos y creíbles. Periodistas que enjuicien la labor de empresas e instituciones preservando su honestidad en el mismo grado que demandan a éstas. Únicamente así el mensaje se verá legitimado; siempre en el mismo grado que la verdad implícita del titular periodístico. El valor de la verdad.

Palabras sueltas

Weblog sobre radio, comunicación e historias del día a día. Me defino como un radioyente metido a locutor, pues el periodismo siempre fue una excusa para acortar distancias.