Desprendía una magia especial. Un magnetismo que nos atrapaba y la convertía en escala obligada a la vuelta del cole. Aquella cabina de puerta oscilante nos servía de escenario para encarnar al periodista Clark Kent y travestirnos mentalmente en el superhéroe del momento. Como en la peli y en un pispás. «Supermannn, chorizo con paaan…. » Tal vez por esto la cabina fue un inopinado espacio de juego. Quizá por eso algunos nos interesáramos por el periodismo de manera inconsciente. Y puede que aquello explique en parte todo lo demás.
El tiempo vuela y desde el 1 de enero de 2022 las cabinas de teléfono no están consideradas parte del servicio universal de telecomunicaciones. El retraso en la ejecución de la Ley correspondiente, que supondrá la desaparición de las cabinas, no conlleva la prórroga de su mantenimiento. De hecho, Telefónica era el operador designado en concurso público para prestar este servicio y su mantenimiento hasta finales de 2021. Una convocatoria, que todo sea dicho de paso, quedada habitualmente desierta. Ahora, a falta de plan de desinstalación, el servicio universal de cabinas continua pero sin que haya un operador designado. Algo parecido a la situación que se vive en otro servicio universal: las guías de abonados.



Según datos proporcionados por Telefónica, actualmente resisten en pie 532 cabinas en toda la Comunidad Autónoma Vasca y otras 190 en la Comunidad Foral Navarra. No obstante, se supone que en poblaciones de más de mil habitantes se debe disponer de al menos una cabina y de otra adicional por cada 3 mil ciudadanos.. Al menos, es lo que establece la Ley de Telecomunicaciones… Pero el teléfono móvil ha reducido el uso de las cabinas durante la última década hasta el punto de que cada cabina sólo se utiliza una vez por semana de media.
En Distrito Euskadi, conocemos la historia de las cabinas y las primeras líneas telefónicas de Euskadi junto a Begoña Villanueva. profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad del País Vasco. La historia de la telefonía debe mucho a Federico Etxebarria Rotaetxe, un industrial vizcaíno que estableció una primera central en la localidad vizcaína de Barakaldo.
Sin embargo fue San Sebastián donde se instaló la primera centralita automatizada de España, en la calle San Marcial. Gracias a la labor del antiguo trabajador de Ericsson Ignacio Cocho, parte de ese equipo se puede ver actualmente en San Telmo Museoa.

Tras Madrid y Barcelona, Bilbao fue la tercera ciudad en contar con cabinas de la Compañía Nacional en 1962, aunque sus usuarios tuvieron que esperar 8 años para poder realizar desde ellas llamadas de una localidad a otra. Seis décadas después de aquel despliegue, las cabinas a duras penas resisten el paso del tiempo, pero sí en el imaginario colectivo gracias a películas como «La Cabina», dirigida por Antonio Mercero.
En homenaje al realizador guipuzcoano, el guionista David Linares impulsó la instalación de una cabina en el barrio de Chamberí. De color rojo, al igual que la que atrapó en su interior a José Luis López Vázquez, protagonista de esa cinta y de históricos anuncios de Telefónica – y sus Matildes– o Retevisión, primera empresa privada de telefonía fija tras la liberalización del sector en 1998.
Hoy las últimas cabinas se mantienen en pie a duras penas. Repletas de carteles, pintadas y mugre. Por suerte, gracias al buen hacer cinematográfico de Mercero, no todo está perdido: al menos una de ellas recortará el horizonte urbano para reivindicar su legado. Será de color rojo y sin servicio de telefonía. Testigo mudo del paso de la historia, la evolución tecnológica y la de todo un país.
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