Estoy hasta el kimono de leer bobadas. Y no es cuestión de ser elevado. Más allá de la estatura que uno posea, creo conservar la perspectiva del común de los mortales. Me refiero al new concept periodístico. A esos titulares que ni informan, ni expresan, ni 8/4. Entusiasmados por el tránsito del teletipo al tuit, apoquinamos el peaje de la información sin sopesar las consecuencias del posicionamiento SEO.
Me explico. Abra su red social y lea. O inténtelo. Entre las publicaciones, aparecerán crípticas oraciones del tipo «la llamativa reacción de…; el momento más triste de…; las 10 cosas que debes saber de…» No ha muchos años -o tal vez sí a tenor del ha– todo cronista reconocía en su titular al principal gancho de su información. Ahora la red hace honor a su nombre y atrapa nuestra atención por una curiosidad irracional. Sin duda los actuales ripios cumplen su cometido: captan nuestro interés, pero a expensas de vaciar de contenido y síntesis la cúspide de nuestra pirámide invertida. Los arquitectos de la Guiza 3.0 se emperran en monetizar la necesidad humana de conocer qué sucede en nuestro entorno. Los periodistas, como operarios de la piedra y el adobe, sabemos que nuestro salario pende de ese clic. Y los lectores, bastante ruido soportamos en la red. La receta, pues, es muy simple: información velada, datos espolvoreados, 750 gramos de vaguedades y un vídeo con pre-roll. Hornéelo en una web y tendrá un portal de noticias. Lo del perejil es opcional.
En esta jungla saturada de tantán, la preocupación ha dado paso a la distracción. En un minuto, podemos recibir un mensaje con la lista de la compra y, acto seguido, opinar sobre Trump y su enésima ida de olla. Se rompió la fina línea entre realidad y ficción. El periodismo siempre será deudor del soporte. Desde el coste del papel a la velocidad de carga de una web pasando por el canal empleado (prensa, radio, tv…), la posible inmediatez del mismo y un largo etcéteraaaaaaa que, en realidad, es más largo todavía. Múltiples factores que evidencian las escasas certezas de un oficio que nunca las tuvo. Faltan periodistas y sobran noticias, ¿ o era al revés?
Eso es otro artículo.
Debe estar conectado para enviar un comentario.