Un ilustre e ilustrado internista bilbaíno me contaba que Gregorio Marañón elogió las virtudes de la silla como exponente de la innovación en medicina: «La silla nos permite sentarnos al lado del paciente, escucharlo y explorarlo» También reposar y meditar; acciones que no siempre todo médico -ni medio- realiza antes de afrontar a su paciente, sea éste enfermo o lector. Ya saben que las malas noticias nunca vienen solas. Si lo hacen vestidas de blanco, el verbo acostumbra a teñirse de luto. Su ausencia en portada me resulta hoy más aterradora dado lo concluyente del diagnóstico:
Se anuncian entre 6 y 7 millones de muertes prematuras por contaminación. Es necesario adoptar medidas urgentes a una escala sin precedentes para detener y revertir esta situación y proteger la salud humana y ambiental. En este sentido, el 95% de la población mundial reside en zonas con niveles de exposición a partículas finas por encima de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud y, en consecuencia, el impacto económico por la pérdida vidas, el incremento de la asistencia sanitaria y la pérdida de productividad por la contaminación es considerable. Tal es así que las pérdidas por las muertes prematuras relacionadas con la polución es el equivalente al Producto Interior bruto de Japón en 2013.
Tan solo me falta un detalle. Nimio para quien aspira al doctorado o la presidencia de un gobierno pero inexcusable en todo periodista. La citada información forma parte de las 740 páginas que componen el documento ‘Perspectivas del medio ambiente mundial‘ elaborado por Naciones Unidas. Una institución que aspira a ser conciencia global mientras su Consejo de Seguridad pierde la propia por hacerse trampas al solitario.
El informe elaborado por 250 científicos de 70 países se basa en datos, no en juicios de valor. Que no es poca cosa en los tiempos que corren. Por tanto, la disquisición entre importante e interesante adquiere ante noticias como ésta una dimensión igual de excepcional al reto geopolítico que comporta. Hasta el punto de que estamos ante el sexto documento de estas características elaborado por la ONU desde 1997. Sin embargo, los principales medios escritos no recogen dicha información como apertura. Precampaña electoral, nuestras miserias cotidianas o los resultados deportivos eclipsan una realidad que, más pronto que tarde, condicionará nuestras vidas. Siempre hubo excepciones. En mi kiosko encuentro una muy grata, la portada de BERRIA y su principal titular.

El crecimiento económico y demográfico acabará por liquidar esta utopía de recursos sin fin. Sirva otro dato: para alimentar a los 10.000 millones de habitantes que se prevé convivamos en 2050 se necesitará aumentar en un 50% la producción de alimentos. El mundo no es suficiente para una especie que desoye problemas reales mientras se entrega al hedonismo virtual. El actual modelo de desarrollo humano se agota.
El huevo o la gallina; el titular o el interés. Es entonces cuando el periodismo, calumniado socialmente y noqueado económicamente, debe salvaguardar el interés público y la democracia a la que sirve. Generar una conciencia crítica no es una opción, sino una obligación de quien informa y juzga la relevancia de toda noticia. El cambio climático es el gran problema pero, incluso tomado como excusa, supone una formidable para neutralizar las inercias e intereses que ocultan una verdad incómoda. Al fin y al cabo, toda solución pasa por asumir el problema y toda cura por digerir el diagnóstico que sigue a la temida pregunta: «¿Cuánto nos queda, doctor?»
“No son las noticias las que hacen el periódico sino el periódico el que hace las noticias. Y saber juntar cuatro noticias distintas significa proponerle al lector una quinta noticia. ”
Umberto Eco (1932-2016)
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