La prensa vaciada

Hasta hace poco Espinosa de los Monteros era una bella y plácida estampa. Pétrea localidad burgalesa de historia regia, casas solariegas, sagas soldadescas y refugio estival. Ahora, como apellido compuesto de un diputado madrileño, se torna voz grave que agita conciencias. De momento clama en el desierto, en ese páramo llamado Congreso donde los diputados se ponen por montera la obligación de fichaje que idearon para el resto de mortales. El diputado de Vox presume de personarse a las 7:30 horas; que en España empieza a amanecer. No para todos, cierto. «A mí me sigue asombrando – decía perplejo-, vengo al Congreso todos los días y lo encuentro vacío. Aquí no hay diputados trabajando o hay muy pocos» Oyéndole podría pensarse que los creadores de la España vaciada han optado por idéntica receta para sus escaños. Un parlamento sin porvenir alguno y de donde, un buen día de aquella maldita legislatura, sus señorías partieron con sus carteras en busca de un futuro mediático mejor. Nada volvió a ser igual.

En verdad nuestros dirigentes acostumbran a levantarse temprano. El clipping de prensa les pone al día del ídem; el argumentario dibuja su estrategia. Leen y escuchan las noticias de primera hora. No tardarán demasiado en asomarse a más de una tertulia radiofónica, entregarse a los desayunos en televisión o tomarse un café en antena. El posterior acto o rueda de prensa ante los medios aclara el matiz que el titular de primera hora no acabó de asentarse en la agenda setting. A mediodía todo está al rojo vivo para una nueva vuelta de tuerca. La réplica vespertina, vía Twitter. La noche queda reservada a tertulias cascabeleras o entrevistas públicas para cerrar (el) 24 horas. En suma, un rosario de misterios políticos que se sirven de los medios para verse, oírse, retarse, reconciliarse y distanciarse.

El medio se confunde con el fin y la transparencia se torna ruido. El periodismo de declaraciones amenaza el interés informativo. Únicamente así se entiende que una publicación de Facebook sirva de cuerpo a una crónica; un timeline de acceso público, para un suelto de reacciones; la filtración interesada, una apertura sensacional… Las propias crónicas periodísticas cronifican -valga aquí su redundancia diaria- el desinterés colectivo por la machacona repetición del argumentario partidista. No hay tiempo de contrastar, ni un alma por redacción, las agendas propias brillan por su ausencia. El mensaje se diluye en interpretaciones, pues la independencia del informador dejó paso al periodista de credo. Bueno, que tampoco es plan de ponerse estupendo. En realidad, nunca existió la objetividad sino personas con mayor grado de imparcialidad en sus juicios de valor. Luego, sobra decirlo, todo depende del barrio ideológico por donde se mueva cada cual. Las míseras condiciones del gremio hicieron mella. Sólo becarios a gogó y suela a veteranos gagá. En pleno vendaval los más veteranos se vieron forzados a emigrar. Fue así como entre tuits, fakes, crisis económica, posverdad y digitalización del modelo de negocio editorial; la demanda de información instantánea se convirtió en un sucedáneo de propagada política.

Ante semejante panorama el populismo campa a sus anchas, pues al igual lo es Castilla. Espinosa de los Monteros proclama una máxima: «Gobierno que no se constituye, político que no cobra» Un titular para enmarcar. Visto lo visto, ¿quién no iba a estar de acuerdo? Dicen que el portavox estuvo a un tris de cincelar su propuesta en mármol bajo las garras de los leones, pero que acabó a los pies de los caballos. Su señoría esconde un as en la manga. El nuevo diputado jugaría con ventaja en caso de suspensión de sueldo. Según el diario.es, además de cargo electo cuenta con dos empresas sin ningún empleado en nómina pero con 10 millones de euros en activos (un 68% más que un año antes) y una facturación de más de 2,3 millones que triplica con creces los 666.000 euros de 2017. Ya lo decía el mediático Bertín: «Los de Vox son gente normal»

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